De ascendencia tanto puertorriqueña como dominicana, nací en Santurce, Puerto Rico, en 1944, y comparto el cumpleaños con Oscar Wilde. Me crié en Caracas, Venezuela, estudié en Río Piedras y Binghamton, y en 1971 me instalé en Nueva York, donde he vivido el resto de mi vida. Soy Profesor Emérito del Eugenio María de Hostos Community College, City University of New York. He estado escribiendo desde que tengo uso de razón. Como poeta estoy fuera del tiempo, el espacio, la historia. Me interesa la muerte y vivo desde ella, el único evento verdadero. Creo que la expresión poética funde la sexualidad y la metafísica. Me es imposible referirme al aquí y al ahora sin referirme al después y al allá. Intento escribir tan concretamente como me sea posible. Evito la primera persona, los símiles, los adjetivos y el neobarroco, lo cual no ha impedido que me llamen culterano. Pero no creo que haya poemas difíciles, sólo lectores ignorantes.
No escribo cuando quiero escribir sino cuando la voz que me guía dicta. Esa voz se encuentra en la música la mayoría de las veces, aunque habla en cualquier parte cuando menos me lo espero. Le tengo terror a otros escritores, especialmente a aquellos que se identifican como poetas. Un poeta que se toma en serio es un hipócrita o un escribano. Estoy a morir por la justicia social o dejarme matar por la libertad de expresión.
Me defino como el erotómano de lo invisible y me describo como un poeta somático, esto es, escribo no con el corazón o el cerebro sino con las entrañas. Cuatro son mis tintas: sudor, sangre, semen y lágrimas. Soy implacable con los binoculares.
