sábado, 28 de noviembre de 2009

MAS POEMAS DEL 2009

ANAGNÓRISIS

La apoteosis del poeta

es su muerte.

No importa cuán indigna sea.

Sífilis. Tisis. Cáncer. Sida.

Suicidios en ríos. Hornos. Océanos.

Una bala que atraviese el corazón.

Una guillotina, o una horca.

Alcohol que se come las arterias.

Drogas que adormecen y liberan.

No se es culpable de nacer poeta.

Uno es culpable de nacer humano

y primate. Tortura. Genocidio.

Es tan difícil este fácil tránsito

hacia un lugar sin violencias, ni códigos.

17-09-09


INUNDACIÓN, 1950’S

Tuve una amiga, llamada Digna.

Vivía en un pueblito de la isla

por donde pasaba un río. Las lluvias

cayeron sobre campos y hondonadas,

inundando todos los espacios. Su familia

terminó indivisible agarrada de un árbol

pero la corriente los fue desprendiendo

uno a uno, como a fruta madura.

Los arrastró hacia el mar que esperaba

a todos, el garguero insaciable.

Las aguas buenas fueron aguas malas.

El puerto rico fue puerto inútil.

Los tiburones se dieron fiesta.

El tiempo borra todas las heridas.

Sobrevivió, escuchando los gritos.

Los ahogados permanecen. Poema.

23.09.09


OCTUBRE

Para mi hermana, y mi madre

Cuando la hermana que llegó de visita

se marcha, queda un silencio

que preludia la muerte.

Compartimos tan poco. Pero tanto.

Cada uno en su agujero favorito,

díscolo, rutinario, ajeno, enajenado.

Mas cuando volvemos a encontrarnos

renace la infancia, la inocencia.

Somos de nuevo lo que ya no somos,

o retornamos a lo que nunca hemos dejado

de ser, cómplices, que se protegen

fieramente, fieles al mandato paterno.

Jugamos al escondite, de nuevo

entusiasmados, nos montamos

esos teatros que nada ocultan.

Batallamos como desde siempre.

Luego descansamos, frente al plato

o el postre que le he preparado

para que se dé el gusto que no se da nunca

y parta con la huella del ruibarbo y la fresa,

olor a nuestra madre en los labios.

Cuando la hermana que llegó de visita

se marcha, queda un agujero

que nada puede llenar, sino el regreso.

22.10.09


CUÁN DESORDENADAS PERCEPCIONES.

Cuán desordenadas percepciones.

Acabo de darme cuenta que las culebras en los jarrones

corren de izquierda a derecha. Acabo

de frotarme la camiseta con las hojas

de un geranio pútrido de rosas. Si pudiera,

me acariciaría la entrepierna, buscando

un orgasmo barroco, repleto

de lentitudes, abiertas como una voraz lengua

devorando un capullo. Desvarío.

Qué puedo hacer, cuando el miedo asalta.

Ocultarme en luminosidades, y fantasmas

de sensaciones. Entran los jardines formales

de los condenados a la guillotina. También he estado ahí,

y vuelvo a estar dispuesto. Nuca presta.

Mas me protejo con recetas inauditas. Mariscos

con especias chinas. Me protejo

del que llega a comer arroz congelado. Me protejo

de lo que me espera en el correo. Mas no puedo

protegerme. No existe

tal cosa como un universo paralelo

donde se viva la compañía y la inocencia.

No existe. Vaya mentira,

la que me ha tocado vivir. Vaya mentira,

la del sueño que nunca corresponde a nadie

sino a los que aceptan la condición

de oposición oficial y registrada. No hay a quién

pedir socorro. La corriente golosa,

que a tantos ha engullido indiferente,

aguarda, o la manada de pastillas. Es cosa de escoger.

Oh, abandonado.


-A ROOM OF ONE’S OWN-

Siempre quise

una mansión de muchas recamaras

donde cada uno tuviera un cuarto

propio, mis padres, mis novios y esposados, mi hermana

y sus hijos, mis amigos

y amigas del alma, todos juntos, sin separarnos nunca

jamás, ese lugar del que se habla

en algún libro sagrado y olvidado, esa casa

o castillo invulnerable que nos protegería

de la dispersión que se llama la muerte

y nos daría un encuentro asegurado.

Fantasía de niño. No existe

tal lugar. Nos aguarda

el remolino dantesco, que dispersa

el amor, en la rueda

de los encuentros y las separaciones.

¿Cómo atrapar lo que desparece?

¿Cómo entregarse a una fe insegura?

Tengo que volverlos a encontrar, no importa cómo.

Aunque venda el alma como en uno de esos

negocios literarios de las razas

fascistas. ¿Qué se hace

el que quiera desvestirse de todo

amago de control y poder? ¿A quién

se entrega?

Cristo que fuiste el perfecto masoquista, no eres tú

mi modelo. Es hora de partir. Oh, abandonado.