ANAGNÓRISIS
La apoteosis del poeta
es su muerte.
No importa cuán indigna sea.
Sífilis. Tisis. Cáncer. Sida.
Suicidios en ríos. Hornos. Océanos.
Una bala que atraviese el corazón.
Una guillotina, o una horca.
Alcohol que se come las arterias.
Drogas que adormecen y liberan.
No se es culpable de nacer poeta.
Uno es culpable de nacer humano
y primate. Tortura. Genocidio.
Es tan difícil este fácil tránsito
hacia un lugar sin violencias, ni códigos.
17-09-09
INUNDACIÓN, 1950’S
Tuve una amiga, llamada Digna.
Vivía en un pueblito de la isla
por donde pasaba un río. Las lluvias
cayeron sobre campos y hondonadas,
inundando todos los espacios. Su familia
terminó indivisible agarrada de un árbol
pero la corriente los fue desprendiendo
uno a uno, como a fruta madura.
Los arrastró hacia el mar que esperaba
a todos, el garguero insaciable.
Las aguas buenas fueron aguas malas.
El puerto rico fue puerto inútil.
Los tiburones se dieron fiesta.
El tiempo borra todas las heridas.
Sobrevivió, escuchando los gritos.
Los ahogados permanecen. Poema.
23.09.09
OCTUBRE
Para mi hermana, y mi madre
Cuando la hermana que llegó de visita
se marcha, queda un silencio
que preludia la muerte.
Compartimos tan poco. Pero tanto.
Cada uno en su agujero favorito,
díscolo, rutinario, ajeno, enajenado.
Mas cuando volvemos a encontrarnos
renace la infancia, la inocencia.
Somos de nuevo lo que ya no somos,
o retornamos a lo que nunca hemos dejado
de ser, cómplices, que se protegen
fieramente, fieles al mandato paterno.
Jugamos al escondite, de nuevo
entusiasmados, nos montamos
esos teatros que nada ocultan.
Batallamos como desde siempre.
Luego descansamos, frente al plato
o el postre que le he preparado
para que se dé el gusto que no se da nunca
y parta con la huella del ruibarbo y la fresa,
olor a nuestra madre en los labios.
Cuando la hermana que llegó de visita
se marcha, queda un agujero
que nada puede llenar, sino el regreso.
22.10.09
CUÁN DESORDENADAS PERCEPCIONES.
Cuán desordenadas percepciones.
Acabo de darme cuenta que las culebras en los jarrones
corren de izquierda a derecha. Acabo
de frotarme la camiseta con las hojas
de un geranio pútrido de rosas. Si pudiera,
me acariciaría la entrepierna, buscando
un orgasmo barroco, repleto
de lentitudes, abiertas como una voraz lengua
devorando un capullo. Desvarío.
Qué puedo hacer, cuando el miedo asalta.
Ocultarme en luminosidades, y fantasmas
de sensaciones. Entran los jardines formales
de los condenados a la guillotina. También he estado ahí,
y vuelvo a estar dispuesto. Nuca presta.
Mas me protejo con recetas inauditas. Mariscos
con especias chinas. Me protejo
del que llega a comer arroz congelado. Me protejo
de lo que me espera en el correo. Mas no puedo
protegerme. No existe
tal cosa como un universo paralelo
donde se viva la compañía y la inocencia.
No existe. Vaya mentira,
la que me ha tocado vivir. Vaya mentira,
la del sueño que nunca corresponde a nadie
sino a los que aceptan la condición
de oposición oficial y registrada. No hay a quién
pedir socorro. La corriente golosa,
que a tantos ha engullido indiferente,
aguarda, o la manada de pastillas. Es cosa de escoger.
Oh, abandonado.
-A ROOM OF ONE’S OWN-
Siempre quise
una mansión de muchas recamaras
donde cada uno tuviera un cuarto
propio, mis padres, mis novios y esposados, mi hermana
y sus hijos, mis amigos
y amigas del alma, todos juntos, sin separarnos nunca
jamás, ese lugar del que se habla
en algún libro sagrado y olvidado, esa casa
o castillo invulnerable que nos protegería
de la dispersión que se llama la muerte
y nos daría un encuentro asegurado.
Fantasía de niño. No existe
tal lugar. Nos aguarda
el remolino dantesco, que dispersa
el amor, en la rueda
de los encuentros y las separaciones.
¿Cómo atrapar lo que desparece?
¿Cómo entregarse a una fe insegura?
Tengo que volverlos a encontrar, no importa cómo.
Aunque venda el alma como en uno de esos
negocios literarios de las razas
fascistas. ¿Qué se hace
el que quiera desvestirse de todo
amago de control y poder? ¿A quién
se entrega?
Cristo que fuiste el perfecto masoquista, no eres tú
mi modelo. Es hora de partir. Oh, abandonado.