martes, 18 de agosto de 2009

JULIA CHILD Y EL PAVO CHINO

88. JULIA CHILD Y EL PAVO CHINO
Siempre ha sido excesivamente hiper-imaginativo, cualidad que ha hecho que muchos le quieran, pero que ocasionalmente lleva a desastres. Ambos temblamos ante la temida fecha del desabrido pavo anual mas, como tenemos varios invitados, decidimos permanecer tradicionales. En una revista encuentro una sección sobre cocinas étnicas, y él escoge la receta; pavo con relleno chino. Estamos al borde de otra de nuestras grandes aventuras culinarias a la Julia Child.

La receta pide arroz aglutinante, salchichón de pato y setas secas, todo lo cual adquirimos eficientemente en uno de esos mercaditos de Chinatown en los que nadie habla inglés, y uno señala con el dedo y paga. Las instrucciones indican que el arroz ha de remojarse en agua por ocho horas, al igual que las setas. La mañana del festín, corta el salchichón, mezcla los ingredientes, sazona y rellena el pavo, colocándolo en el horno unas tres horas antes de que lleguen los siete invitados. Mientras esperamos, abrimos una botella de buen vino.

Aproximadamente dos horas después, ocurre una gran explosión. Corremos a la cocina y encontramos la puerta del horno abierta de par en par y el pájaro fuera de su bandeja de aluminio. Hay bolas de arroz, pedazos de setas y salchichón en el techo, las paredes, el suelo. El arroz se ha expandido con el calor y ha reventado el pavo como si le hubiera pegado una bala de mortero. Julia Child Jr. lo ha rellenado de más. Falta una hora para que lleguen los invitados.

Admirablemente, no pierde el control. Mientras intento recoger un poco me recuerda que la Diosa Suprema de los cocineros, cuyo programa hemos visto religiosamente por años, ha dicho en más de una ocasión que salvar “accidentes” es parte esencial de toda gran cocina. Murmurando, “¿qué haría Julia Child, qué haría Julia Child?” pone manos a la obra, redistribuyendo el relleno que queda, cosiendo la apertura con hilo verde, y cubriendo la cicatriz artísticamente con ramitas de perejil. El infeliz pájaro parece ahora una sobredecorada matrona victoriana, pero a los invitados no les importa. Cuando llegan, alaban al cocinero extravagantemente, devoran el pavo mutilado, y hasta ayudan en la limpieza del techo y las paredes.

88. JULIA CHILD AND CHINESE TURKEY

He is nothing if not hyper-imaginative, a quality that endears him to most but at times can lead to disaster. We both always hate that dreaded Thanksgiving turkey dinner and yet, because we have invited several friends for the feast, want to stay more or less traditional. In a magazine I find a section on culinary ethnic diversity. He picks the recipe: turkey with Chinese stuffing. We are about to embark in another one of our great Julia Child adventures.

The recipe calls for glutinous rice, duck sausage and dried mushrooms, all of which are promptly acquired in one of those musty Chinatown supermarkets where no one speaks English and one points to something and pays for it. The recipe asks for an eight-hour soaking of the rice and the mushrooms, done overnight. Thanksgiving morning, the sausage is duly cut, the 14 pound bird seasoned, stuffed with the new and original mixture and placed in the oven about two hours before the seven guests are due to arrive. Then we settle to some wine and relaxation.

About and hour and a half into the cooking, there is a loud explosion and we run into the kitchen. The oven door is wide open and our precious bird half way out of its aluminum pan. There are gobs of glutinous rice and bits of sausage and mushroom on the ceiling, the wall, the floor. The rice has expanded with the heat and blown the bird open as if it had been hit with a mortar shell. Mr. Julia Child Junior has overstuffed it, and it is less than an hour before the guests are due.

Admirably, he does not loose his cool. While I try to clean up the mess he reminds me that the Grand Mistress of all cooks, whose program we have watched religiously for years, has in more than one occasion stated that salvaging “accidents” is an essential operation of all grand cuisine.. Muttering, “what would Julia do, what would Julia do?” he sets to work, rearranging the stuffing that is left, sewing up the hole in the poor bird’s chest with green thread and covering the wound artistically with some springs of parsley. The hapless turkey now looks like an overly decorated Victorian matron, but our guests do not mind. When they arrive, they praise the cook extravagantly, devour the whole damned bird and even help us with the cleaning of what remains stuck to the walls and ceiling.

lunes, 17 de agosto de 2009

THE TRUTH ABOUT AMERIKA’S MIRAGE.

THE TRUTH ABOUT AMERIKA’S MIRAGE.

The recent and continuing debacle over health care reform and the tactics utilized to destroy the concept of the right to universal medical care show clearly how the North Amerikan people suffer from a perpetually permanent mental deficiency when it comes to taking responsibility for the public body.


In other words, no one wants to pay for another through taxation needed for all to have insurance coverage. They prefer for the government NOT to provide services. They prefer for insurance companies and the pharmaceutical-medical complex to continue their shamelessly open plundering of private and public funds. Fuck naive Christianity. Churches are ruled by the gospel of narcissism: I DO NOT have to love my neighbor as I love myself. That is the reason they worship firearms, their true God, permanent marker of the underdeveloped psychic condition through which they acquire their repugnant phallic national identity.

A totalitarian and fascist identity masking as inclusive liberalism, as Christian doctrine. An identity that spawns the Republican Party, scores of religious denominations, the Democrat “blue dogs,” teenagers beheading relatives and hunting classmates, psychopaths waiting for the end of the world while sitting on arsenals, grimly determined to survive by killing their neighbors.

A remorseless capitalist identity. Those rights other industrialized countries recognize as fundamental—the right to health, education, housing, food—are shameless market commodities in Amerika. They are not provided. They are sold to the highest bidder.They are denied to those who cannot pay. In order to protect the chaos in which they live, Amerikanos slander, create conspiracies, lies, innuendos. Death panels for old people and socialized—British! Canadian! French! --medicine. God forbid the government try to force the rabid rabble to change its behavior. Nothing works except the septic system of the Amerikan dream. The collective imaginary only believes its own phantoms. Reality or truth are irrelevant.


LA VERDAD DEL ESPEJISMO DE AMERIKA

LA VERDAD DEL ESPEJISMO DE AMÉRIKA

La reciente y continua debacle sobre la reforma en las políticas de la salud y las tácticas utilizadas para destruir el concepto del derecho universal al cuidado médico muestran claramente que el pueblo norteameriKano sufre de una permanente y perpetua deficiencia mental cuando se trata de responsabilizarse por el cuerpo público.

En otras palabras, nadie quiere pagar por otro a través de los impuestos necesarios para que todos tengan cobertura médica. Prefieren que el gobierno NO provea servicios. Prefieren que las compañías de seguros y el complejo médico-farmacéutico continúen el desvergonzado y abierto desfalco de los erarios públicos y privados. Al carajo con el cristianismo pataco. Rige en las iglesias el evangelio del egocentrismo: yo NO tengo que amar a nadie como me amo a mí mismo. Es por ello que adoran las armas de fuego, su verdadero Dios, marcador permanente de la subdesarrollada condición psíquica a través de la que adquieren su deleznable y fálica identidad nacional.

Una identidad totalitaria y fascista disfrazada de liberalismo inclusivo o de doctrina cristiana. Una identidad que produce el partido Republicano, cientos de denominaciones religiosas, los “perros azules” del partido Demócrata, adolescentes que degüellan familiares y cazan compañeros de clase, psicópatas que viven esperando el fin del mundo sentados sobre un arsenal, dispuestos a sobrevivir matando a sus vecinos.

Una identidad capitalista sin concesiones. Aquellos derechos que los demás países industrializados del mundo reconocen como fundamentales—derecho a la salud, derecho a la educación, derecho a la vivienda, derecho a la alimentación—son objetos de descarado mercadeo en AmériKa. No se proveen. Se venden al mejor postor. Se niegan a los que no tienen con qué comprar. Para proteger el caos en que viven, los Amerikanos inventan calumnias, montan campañas de mentiras y rumores. Paneles para matar viejitos y medicina--¡La Gran Bretaña! ¡Francia! ¡ Canadá!-- socialista. Dios libre que el gobierno intente obligar las masas rábidas a cambiar de conducta. Nada sirve aparte del sistema séptico del sueño ameriKano. El imaginario colectivo sólo cree en sus propios espejismos. La realidad—o la verdad-- es irrelevante.

POEMA: SOBERBIA

SOBERBIA

Envío un correo con varios textos.
Espero desesperado la respuesta.
Busco el buzón del hada cibernética
Varios contestan.

¡Ay, cuán gracioso lo que has enviado!
Lo leeré cuando tenga tiempo.
Te envío un abrazo solidario.
¡Tú sí que sabes escribir con los huevos!

Te han quedado bonitos los poemas
pero la prosa no me gusta tanto.
En realidad, el tema no me atrae.
¡Tienes que pensar en quién te lee!

Pero los niñitos medioescribientes,
las cincuentonas requete/maduras,
los despavoridos cuarentones,
siguen pariendo flema académica,

chorros de jugo manivapuleado
al pozo séptico de obras canónicas.
Ni modo. Me encierro con el tinto.
Con la rabia estupeimpaciente

No participo en sus obscenos
regateos. Soy el sobresaliente
de los anónimos. Que me digiera
la ignorancia de los cualquiera.


1.12.2008

Pollaroid 231: Viernes social en el viejo San Juan

231. VIERNES SOCIAL EN EL VIEJO SAN JUAN

¿Por dónde se comienza? Pues por El Owl, segundo piso frente al Parque de las Palomas (Uy, ahora es que caigo en cuenta. El búho frente a las palomas. Nadie en Puerto Rico sabe que unos se comen a las otras. Qué eróticamente poético. Sólo a un amerikano se le podía haber ocurrido.) Cada viernes todos agarramos para allá, chicos y chicas, incluyendo a mi hermanita, y en un ambiente integrado y muy democrático bebemos cerveza, discutimos los méritos o deméritos de los profesores, si tenemos suerte levantamos a un compañero/a de clase, hasta improbablemente completamos lecturas y tareas, y una noche inolvidable celebramos a todo pulmón el triunfo de Marisol Malaret, que sirve de pretexto para toda clase de grajeos y agarrones. Pero la celebración no puede ser más genuina. Gritamos y brincamos por cuenta de la casa hasta la una de la mañana. Es de las nuestras, ha tomado clases con muchos de nosotros, quién no conoce a la escultural y desenfadada nena que, clásico ejemplo del ideal de conducta de dragas y loquitas de alta clase media, es puta y dama todo al mismo tiempo.

Pero resulta que el negrito de la voz orgásmica, Nat King Cole, estrena un bar de su propiedad, The Sand and The Sea, y se ha regado que va a estar la noche de apertura. Tengo diecisiete años, pero jamás me han negado un trago por verme demasiado nene. Ricardo Pelatti, corpulento pero guapote, ofrece llevarme. Coño, qué bar de clase. Discretamente crepuscular, abarrotado con la crema y nata de intelectuales y capitanes de empresa, donde hasta las plumas son de Velazco, la joyería de Camilito, todo el mundo de gabán de seda o camisita de cocodrilito, corbata italiana, mocasincitos chichi comprados en La Esquina Famosa, quién se va a enterar. El Ricardo pide un martini bien seco. Yo no sé que puñetas es un martini pero nadie me lo va a contar. Ordeno lo mismo. “¿With or without?” pregunta el tarzán jíbaro que atiende el bar. Ricardo, discretito, deja caer la mano como si arrojara algo en una copa imaginaria. “With” respondo a la Noel Coward. Llega el pedido, pruebo el mío y me atosigo. Nunca he tragado algo tan horrible. ¡Mi madre, esto sabe a gasolina! Le informo a Ricardo que nanai, yo no me bebo eso. Pero no quiero desperdiciarlo, cuesta la friolera de cuatro dólares. “Fácil,” me indica mi compañero de aventuras, “simplemente alza la copa y mantenla en alto.” A los cinco segundos, una mano surge de la multitud y me arrebata el trago. Nada menos que otro de mis compinches de la facultad, el cachendoso Pepito Sarmiento, quien nos cuenta el cuento de Paquito Prado, totalmente en pelotas y cubierto con trescientas bombillitas, buscando un enchufe en un bayú navideño.

Para las noches de cacería hay que subir la cuesta. Justo frente al castillo queda su tocayo, el San Cristóbal. Presenta shows de dragas que imitan a la Guillot, la Fabery, la Blanca Rosa, palabrean boleros en mute mientras se van despojando de sus gasas, pero justo antes de acabar el numerito dramáticamente se arrancan las pelucas, revelando su verdadero sexo, cómo si fuera sorpresa. Eso a mí me aburre. Quiero ver machos exhibiendo las pelotas en jockeys, no a seudo hembras en pantaletitas de lentejuelas. Mis quejas llegan a la administración del local, y no sólo se cumplen mis deseos sino me dejan saber que tengo tragos gratis por un buen tiempo. Es el lugar perfecto para el levante. Nadie tiene tiempo que perder. Te gusta un tipo, medio troglodita pero entero, en la transición de los treintas o los cuarentas, oliendo a Old Spice, Russian Leather o Canoe, propietario de una mansión en Bayamón, casado, estadista, católico de cruz y clavos, Testigo o hasta Mita, qué importa -- te le sientas al lado, te paga un trago, te enseña las fotos de los nenes, dejas que su rodilla te roce o viceversa, en cinco minutos desaparecen las manos bajo la mesa, en diez minutos estamos pagando y camino a Piñones en su Lincoln Intercontinental o Cadillac.

Y claro. No puede faltar El Cotorrito, recién establecido y ya refugio de los aburridos de las altas clases sociales pero también icono de las clases populares, última parada obligatoria en Santurce cuando ya vamos de regreso a Río Piedras, Hato Rey, Puerto Nuevo, Caguas, porque hay que llegar bien pasadita la medianoche para agarrar el espectáculo más caliente, la clientela. Si tenemos suerte, el propio Johnny nos lleva a la mesa. No es un antro, a pesar de su siniestra reputación y más siniestro vecindario. Es allí que La Muñeca, hermana gemela de la Fabery en exhibicionismo hierático, teje las redes vocales con las que nos atrapa y nos mantiene mesmerizados, haciéndonos olvidar el dorado barato de la decoración, los tragos sobrecargados de hielo y el vestuario de segunda mano a lo María Victoria o Tongolele.

Pero mi favorito sentimental es The Golden Key, a la vuelta de El Owl. Una habitación larga, con prudente iluminación, cómodos juegos de mesas y poltronas, y en el fondo, un piano rodeado de taburetes. La música, jamás rompe-tímpanos, comienza a eso de las cuatro de la tarde, lo que hace del establecimiento el lugar ideal para un cóctel o una cerveza antes de una cena folklórica o turística y entretenimiento más subversivo en alguno de los antros de la calle Luna. Voy acompañado, en plan doméstico, o solo, en plan de ataque, y si tengo suerte salgo acompañado, camino al hotel Palace, donde jamás preguntan qué hace un amerikano maduro pero duro con un puertorrito caliente a la una de la mañana

domingo, 9 de agosto de 2009

DOS POEMAS NUEVOS

-REENCARNACIONES/ SIDA-

No puedo recordar
cuántas veces he muerto.
Moriré una otra vez
que será la primera.

Y volverá el terror,
la inservible batalla.
Ya no la guillotina
ni el orgasmo en la horca.

No el adormecimiento
de los miembros transidos
sobre el cuerpo en el hielo
ni la suprema prueba

del achicharramiento.
Nada de los leones,
la fiebre en el pantano,
o las inquisiciones.

No la tuberculosis
devorando el oxígeno,
ni carcomiente lepra
desmembrando los dedos.

No caeré de nuevo
cuando se abra la puerta
del coche que galopa
barrancos en la niebla.

Muerte nueva e igualmente
cruel. Mis miembros,
invadidos por los corpúsculos,
los medicuchos del imperio.

6.8.09

CARTA A UN HOMBRE DESCONOCIDO

Quiero saber
que no te dejarás morir en una cama.

Te largarás a cualquier bosque
donde te sientas como en tu casa.

Donde crezca el eucalipto, la cayampa.
Las abejas cortejen al romero.

Mirarás el paisaje y el poniente,
tal y como te arrojaron al mundo,

impecablemente bello, como te recuerdo
a través de innumerables vidas.

Y entonces, un cóctel preciso
que con el tránsito te ayude,

habiendo penetrado el tramposo
montaje de la naturaleza.

Hermes Psychopompos florece
en su desnudez enmascarada

para llevarte. Yo espero.
sobre mi propia piedra. He dejado

atrás la iridiscencia engañosa.
También desnudo voy al encuentro.

Partirás sobre un lecho de hierbas.
Partiré sobre una alfombra persa.

El mandamiento del Dios de los machos:
al señor seguirá el escudero.

6.08.09

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COMUNIDADES IMAGINARIAS

Escribe Mairym Bernal Cruz preguntándome por qué me duele tanto la pérdida de la “nación puertorriqueña” implícita en la selección de una Nuyorican, Sonia Sotomayor, para la Corte Suprema de Estados Unidos. Y le he escrito una contestación que merece pasarse al diario y al blog.

Alfredo, mira esta nota aquí abajo.

Yo no entiendo la tristeza de ustedes, o alguno de ustedes, que sienten que se ha perdido la lucha con la "nación puertorriqueña." Quiero poder entenderte a ti, a tu hermana, y tal vez a otros que han vivido tanto tiempo en EU. Dime, explícame. No es la tierra que pisan, la tierra que deben poseer? No es eso lo que en primera instancia hacen cuando se marchan a otro lugar? "la patria" no es el cuadrado de la loceta en que uno pisa? Ayúdeme Poeta.

mairym

Buena pregunta. Sigo a Benedict Anderson, para quien la nación es una "comunidad imaginaria" formada por el consenso de los que la ocupan (y fíjate que no digo habitan, ya que se trata menos de un espacio físico que psíquico). Yo me crío en Venezuela, pero como puertorriqueño. Asimilo el nacionalismo venezolano y lo proyecto hacia el imaginario puertorriqueño. Desde muy pequeño escucho a mi lugar de origen definido como "colonia"--término de tremenda connotación negativa, que implica ocupación física de un territorio por una poder extranjero. Envidio a mi hermana, a la que siendo venezolana mis padres le permiten un envolvimiento político que a mí me niegan (no te metas, que eres extranjero).. Se forma en mi una visión idealizada de la isla (recuerdo que me gustaba "South Pacific" porque me creía que puerto Rico era Bali Hai) que va a destruirse totalmente cuando me envían a vivir con mis tíos en San Germán. Entonces escucho por boca de mi tío que la colonia es buena porque la protejen los norteamericanos, y no debo compararla con esa "republiquita" llena de revoluciones de la que me acaban de sacar mis padres. Y así pierdo mi primera "comunidad imaginaria", los extranjeros de todas partes del mundo viviendo más o menos armónicamente en una pequeña parroquia de Caracas.

Ya en Puerto Rico, intento integrarme al movimiento independentista de la UPR--FUPI, MPI--pero vengo marcado por mi experiencia venezolana. No respondo al mensaje revolucionario fidelista porque me he criado de revolución en revolución, y no creo en ninguna. Cuando me niego a ir al ejército, la FBI puertorriqueña le hace la vida imposible a mis padres, a mí me sacan esposado de la casa frente a todo el vecindario, me van a arrestar al hospital donde me acaba de hacer una exploratoria de 7 horas. Nuestra familia rompe con nosotros, hasta el día de hoy (eran todos Army Brats).

Mas por otro lado, mi homosexualidad hace que jamás se me acepte en el grupo de los poetas machos de Guajana (aunque hoy en día digan que formé parte. No, no formé parte). Parto a NY para continuar mis estudios . . . y llego justamente en el momento de las grandes marchas de protesta, la marihuana y el amor libre, el discurso de la justicia social, el asesinato de King. Y se forma en mí una tercera comunidad imaginaria: los Estados Unidos como el más grande experimento social de la tierra. Cuando regreso a PR después de 4 años, así lo anuncio a mis padres. A los tres meses de haber llegado a PR ya estaba buscando trabajo en NY--(mi propio jefe en la UPR me había advertido que por mis ideas "radicales" probablemente no me renovarían el contrato, y que de quedarme nunca iba a terminar el doctorado).

Y claro, inmediatamente caigo en cuenta que tampoco quepo en esta tercera comunidad imaginaria llamada América, tan fundamentalmente apegada a un imaginario (lo que se creen que son vs. lo que en realidad son) totalmente falso. Pero si quepo en NY, cuidad llena de extranjeros tan parecida a la ciudad de mi infancia, donde paradójicamente se respeta a la "nación puertorriqueña" mucho más que en la propia isla. En otras palabras, los colombianos, cubanos, peruanos, argentinos, chilenos, venezolanos que me rodean ENTIENDEN la angustia de mi "puertorriqueñidad" imaginaria, porque ellos también habitan imágenes ideales de lugares concretos en los que ya no pueden o quieren vivir.

En cuanto al caso Sotomayor, su ascenso dentro del imaginario/mito norteamericano lo valida a los ojos del mundo,-cuando la realidad es otra. Lo pongo simple: es más valioso ser norteamericano que puertoriqueño. Sólo se puede alcanzar esa tan deseada cumbre dentro del imaginario norteamericano, que es "real"--Obama, Sotomayor, son la prueba. La idea fundamental de tal imaginario es la integración, la asimilación, la "buena vida"--la tarjeta verde, el pasaporte, el 4 de julio, el pastel de manzana, no las guerras de ocupación, el devorador capitalismo avanzado y la explotación de las masas impensantes. Los norteamericanos no tienen noción de "extranjero". Se creen que todo el que vive en su territorio debe integrarse a éste--de ahí la mánica inisistencia en "la ciudadanía", y el estribillo: “¿Y donde puedes vivir mejor que aquí?"

Así, mi cara Mairym, en las immortales palabras de Ray Bradbury soy "a stranger in a strange land"--extranjero en todas partes, totalmente conciente la condición irreal de todas las "comunidades imaginarias" que habito--(ah, bueno, y ni he mencionado la dominicana, que me abarca por parte de madre)--. Es por ello que no quiero tumba ni lápida--no quiero quedar en ninguna parte, excepto el mar. Por otro lado, me adapto a todas ellas, y con el mismo gusto me como un pastel que una arepa que un mangú o una sopa de remolachas a la checoslovaca. Y me quedo en NY--ciudad abierta y camaleónica.

Mira p'allá todo lo que me has hecho pensar esta madrugada desvelada.