jueves, 20 de agosto de 2009

Acabemos con Islam

La religión islámica me hincha las pelotas. La considero totalmente primitiva, una pálida copia tardía del Judaísmo y del Cristianismo, con los que a pesar de las mentiras piadosas de su libro séptico, desprecia coexistir. Religión testosterónica de salvajes para salvajes, como lo remacha la barbárica ley Sharia, hembras envueltas de pies a cabeza, ejecuciones de homosexuales, latigazos públicos por beber cerveza. Una religión que considera los derechos humanos como subversion del orden patriarcal establecido

Y ahora, un cáncer invasor. Llegan de arrimados e inmediatamente comienzan a cuestionar las leyes de cada país, a exigir vivir por las propias, a aprovecharse del respeto occidental por la diferencia para establecer enclaves que no buscan otra cosa que la antigua hegemonía islámica. Pero esa hegemonía no es la del álgebra, la filosofía, la poesía o la Alambra--la última vez que tuvieron cultura y fueron ciudadanos del mundo, no acólitos de los mullahs. Desean establecer la hegemonía del Talibán y Al Quaeda, del terror y el terrorismo, de los machos con el falo en la mano, sementales de balas. Matan a cualquiera que se les oponga, los interfiera.

Hay que expulsarlos de Europa y cualquier otro lugar que ocupen. Que regresen a vivir la barbarie de la que nunca han escapado. La Oriana Fallaci dio en el clavo. Guerra a muerte contra el Islam.

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