martes, 7 de julio de 2009

Angel en el circo, Poema 5


-V-

No. No es posible correr como los ríos
hacia el mar que les tiene reservado un destino.
Formamos un tejido:
miles de hebras líquidas contienen
las partes voluntariosas de los cuerpos.
Y cada hebra alucina misterios,
cuentos que son paredes de sonidos,
ruidos luces moviéndose aprisa
a través de los campos del aire.

No. No es posible correr como los ríos
sangrando espumas por los pies de piedra,
complaciendo la prisa de algún otro,
golpeando muros de muchos caminos
como pájaros ciegos.

Por la piel estamos en un sitio, y por los ojos
extasiados, y la boca entreabierta de goce y de asombro,
y las orejas enrojecidas, cual doncellas.

Entonces surge la violencia del amor,
el que sabe sus líneas de memoria;
surge lo que llaman la pasión,
abriéndose paso a codazos,
viniéndosete encima, con el pelo al viento,
el abrigo abierto, y las manos . . .

Surge la violencia del amor,
el que sale pero nunca llega,
lo que denominan el deseo,
quitándose la ropa con la ventana abierta
al otro lado del mar de la calle,
llamando desde el agua, caro enemigo,
abriendo aún más los ojos encendidos,
dilatando de golpe las fosas nasales
mientras alientan a cruzar el Helesponto
sus manos . . .

Pero uno sabe quedarse parado
sobre una nota, el momento infinito,
mirando, sin ver al mensajero.
Ese momento más bello que cualquiera
que rodea por afuera y por adentro;
ese momento más bello que un Hermes,
que salvara al alquimista del infierno;
ese momento más hermoso que un arcángel
en que el objeto es uno con la mano
y la luz con la vista.

No con la rapidez del río y la pasión
sino con la lentitud de la aurora
por cuyos orificios brota el mundo,
se precipita echando flores
sobre los edificios de colores.

No con la rapidez del río y el deseo
sino con la calma del atardecer
en cuyo regazo se refugia el mundo,
se derrite al calor de sus muslos oscuros
hasta que el arriba y el abajo duermen.

No hay comentarios: